Descubrimiento de los elementos químicos: Parte 1
Descubre como se descubrieron los elementos galio, cloro yodo y cobalto
7/1/20254 min read
Galio
El descubrimiento fue llevado a cabo por un joven químico francés, Paul Émile Lecoq de Boisbaudran.
Lecoq se fascinó desde el primer momento con el espectroscopio, un instrumento que permite analizar la luz emitida por las sustancias al calentarse. Un auténtico descubrimiento ya que permitía ver las líneas espectrales de cada elemento. Cada elemento químico deja una firma única en forma de líneas espectrales como una huella dactilar. Durante años, Lecoq se dedicó a estudiar minerales con su espectroscopio, esperando encontrar algo que nadie más hubiese visto.
En 1894 Mientras examinaba un mineral de cinc proveniente de las minas de los Pirineos, observó unas líneas espectrales inusuales, que no coincidían con ningún elemento conocido. Se dirigió a París para presentar su hallazgo ante los químicos más importantes del momento. Su hipótesis fue recibida con interés
De vuelta en su laboratorio se dedico a procesar más de 52 kilos de roca de la cual pudo extraer apenas 100 miligramos del nuevo metal.
Lecoq lo bautizó Galio, en honor a Gallia, el antiguo nombre latino de Francia. Aunque aprovechó para hacer un guiño a sí mismo, ya que su apellido, Lecoq, significa “el gallo” en francés, y el nombre latino del gallo es gallus.
Dmitri Mendeléyev, el creador de la tabla periódica, había predicho su existencia años antes, basándose únicamente en la lógica de los huecos que aparecían en su organización. Lo había llamado provisionalmente eka-aluminio, y había estimado con precisión muchas de sus propiedades, incluyendo su densidad, punto de fusión y comportamiento químico
Lecoq con el mismo método espectroscópico, logró descubrir otros elementos como el samario (1880) y el disprosio (1886),
yodo
El científico Bernard Courtois se encontraba experimentando con las cenizas de algas, una buena fuente de sodio y de potasio (descubiertos hace poco). En uno de sus experimentos trato las cenizas con un ácido fuerte para retirar los compuestos de azufre. Al hacer esto Courtois se percató de que salía un vapor de color violeta. Enfrió los cristales oscuros de esa nueva sustancia. Decidió que se trataba de un elemento y lo denominó «yodo», por la voz griega que designa el color violeta
Cobalto
Los antiguos mineros alemanes de vez en cuando se topaban con una odiada piedra.
En su búsqueda de cobre, a veces extraían un mineral azul que, para su frustración, no contenía cobre alguno. Peor aún, el polvo que liberaba podía enfermarlos. Lo apodaron cobalto, en honor a los kobolds, espíritus traviesos del subsuelo según el folclore germano, que supuestamente les jugaban malas pasadas escondiendo metales valiosos y dejando basura peligrosa
Al final le pudieron encontrar utilidad. Resultó que al añadirlo al vidrio conseguía un tono azul intenso que pronto se volvió popular.
un médico y químico sueco llamado Georg Brandt. Fascinado por las propiedades del mineral, lo calentó con carbón vegetal —una técnica clásica para obtener metales— y logró aislar un metal grisáceo, magnético y diferente del hierro. No se oxidaba del mismo modo y tampoco coincidía con ningún otro metal conocido hasta entonces. Brandt estaba convencido: había descubierto un nuevo elemento, al que decidió mantener el nombre con el que lo habían bautizado los mineros: cobalto.
Cloro
Wilhelm Scheele, un farmacéutico sueco que, con recursos modestos y una curiosidad incansable, se convirtió en uno de los mayores descubridores de sustancias del momento. Ácidos de frutas, gases venenosos, minerales exóticos… Scheele los encontraba, los aislaba y los analizaba, a menudo los probaba o inhalaba directamente los gases para conocer su olor. Entre los gases que llegó a probar se encontraban el sulfuro de hidrógeno, el fluoruro de hidrógeno y el cianuro de hidrógeno. Gases muy tóxicos y que nos dan una pista sobre su muerte prematura
En 1774, Scheele trabajaba con un mineral oscuro llamado pirolusita (dióxido de manganeso) y ácido clorhídrico. El experimento produjo un gas verdoso con un olor sofocante que rápidamente llamó su atención. El gas era corrosivo, blanqueaba las hojas y dañaba metales. Pero Scheele, atrapado en la teoría del flogisto que dominaba su época, creyó que el gas no era más que ácido clorhídrico “desflogistizado” y lo llamó “ácido marino desflogistizado”.
Había descubierto el cloro, aunque no lo sabía
Décadas más tarde, el químico británico Humphry Davy reconoció que aquel gas era en realidad un nuevo elemento, al que llamó cloro (del griego chloros, “verde”) por su color. A pesar de todo, el primer hombre que lo obtuvo fue Scheele. Sin embargo, como no lo identificó como un elemento, a menudo no se le considera su descubridor.
Scheele se quedo a las puertas de descubrir otros elementos. Logro aislar manganeso, el molibdeno y el tungsteno en minerales, pero en todos los casos otros científicos los aislaron antes que él.
También dio con el oxígeno (en 1771) tres años antes que Priestley, y estudió el nitrógeno antes que Rutherford. Escribió una descripción de su descubrimiento y lo envió a un editor, pero éste retrasó el echarle un vistazo durante años. Para cuando apareció impreso, Rutherford y Priestley ya habían informado de sus experimentos y fueron ellos los que se les consideró como sus descubridores.